En
la actualidad no existe una rama de la psicología que no sea abarcada por los
principios del condicionamiento operante. Es evidente que los estudios
experimentales sobre aprendizaje y ejecución, se han facilitado enormemente con
el uso de la Caja de Skinner; también las otras áreas tradicionales de la
psicología como la motivación, la emoción, el lenguaje y el pensamiento, le
deben una gran parte, aunque en la actualidad esto último no se reconozca
todavía.
El
condicionamiento operante consiste en: un conjunto de principios acerca de la
conducta y del medio ambiente, los cuales pueden ser usados para dar una
descripción científica y objetiva de la conducta y del medio ambiente dentro
del cual se manifiesta; un grupo de técnicas y procedimientos destinados al
estudio experimental de la conducta dentro del laboratorio; y en un abundante
conjunto de hechos y principios que han sido demostrados experimentalmente.
El
condicionamiento operante se interesa en la relación existente entre la
conducta de un organismo y el medio en el que habita.
Solo
se podrá entender a la conducta cuando sea posible mostrar experimentalmente
que bajo ciertas condiciones los cambios en el medio dan como resultado cambios
en la conducta.
Solo
se podrá entender a la conducta cuando sea posible mostrar experimentalmente
que bajo ciertas condiciones los cambios en el medio dan como resultado cambios
en la conducta.
El
condicionamiento operante es un proceso muy diferente, a través del cual la
persona maneja de manera eficiente el ambiente nuevo. Muchas cosas que forman
parte del ambiente, tales como el alimento, el agua, el contacto sexual y el
escape del peligro, son importantes para la supervivencia del individuo y de la
especie, y cualquier comportamiento que las produzca tiene 40 consiguientemente
un valor de supervivencia. A través del proceso de condicionamiento operante,
el comportamiento que tiene esta clase de consecuencia llega a tener mayor
probabilidad de ocurrencia. Se dice que el comportamiento se fortalece por sus
consecuencias, y por esa razón a las mismas consecuencias se las llama
«reforzadores». Así pues, cuando un organismo hambriento exhibe un
comportamiento que produce alimento, las consecuencias refuerzan el
comportamiento y, por tanto, éste tiene mayor probabilidad de volver a ocurrir.
El comportamiento que reduce una condición potencialmente dañina, tal como una
temperatura extrema, se ve reforzado por la consecuencia y, por tanto, tiende a
volver a ocurrir en condiciones similares.
La distinción típica entre el
comportamiento operante y el reflejo es la de que uno es voluntario y el otro
es involuntario. Se tiene la sensación
de que el comportamiento operante está bajo el control de la persona que se
comporta, y tradicionalmente se le ha atribuido a un acto de voluntad.
Por
otra parte, el comportamiento reflejo no está bajo un control comparable, e
incluso se le ha atribuido a poderes invasores, tales como los espíritus
posesivos.
En un tiempo, el estornudo, el hipo y otros actos reflejos se
atribuían al demonio, de quien defendemos al amigo que ha estornudado diciendo
«Salud» (Montaigne decía que se santiguaba siempre que bostezaba). Cuando no se
supone la existencia de ningún invasor, el comportamiento, simplemente, se
denomina automático.
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